Te habrás enterado de que los pobres ciclistas están de luto estas últimas semanas.
Aquí en España, pero también en Italia, como si de una epidemia se tratara, o peor, de un complot de conductores maléficos. Varios aficionados a endurecer sus músculos pedaleando por las carreteras han sido arrollados por vehículos, conducidos por borrachos, algunos de ellos pero no todos, e imprudentes (como mínimo) esos sí, todos.
Las autoridades están reunidas para tratar de remediar esta situación. Las autoridades siempre se reúnen un poco tarde. Más valdría prevenir que tener que reunirse, ¿no?. Ahora tomarán medidas, o no, porque solo ellos tienen el ratio de ciclistas muertos que debe producirse para que merezca la pena pasar a la acción.
¿Sucede lo mismo con los que practican las rutas a caballo?. Parece que no, o en cualquier caso mucho menos. ¿Piensas que los conductores son más respetuosos con los que vamos montados a caballo que con los ciclistas?. No te engañes. Ni mucho menos. Lo que sucede es que ya hace tiempo hemos desterrado el caballo de carretera y solo practicamos el “mountain Horse”.
En España, y eso sí es más nuestro que la envidia (que ya es ser nuestro), no hay quien se atreva a pasear a caballo por una zona transitada por vehículos a motor. Ni en el entorno de un concurso hípico nos sentimos seguros cuando debemos compartir calzada con los coches. Y digo que esto sí es español porque he visto como en Gran Bretaña, Holanda y Francia, por ejemplo, los conductores reducen, se paran incluso si van en dirección contraria, al coincidir con alguien que va a caballo. El caso es que, en algunos países, quienes practican la equitación no se ha autoexcluido de las carreteras, (no me refiero a la M-30 claro) y es fácil ver, principalmente los días festivos, a participantes de concursos sociales que acuden montados en sus ponis hasta el club donde está prevista la competición.
No te tomes esto como una defensa mojigata de los pobres jinetes. Es una reflexión que va más allá, o puede que más acá. Es para mí una muestra más de adónde vamos. Hacia adónde nos están conduciendo los actuales sistemas en que las minorías son aplastadas sin compasión por las mayorías amparadas por políticos que echan cuentas de votos y no les sale rentable apoyar a un colectivo que, según los cálculos de sus asesores jefes de campañas, no les da ni un escaño.
Fíjate que no se puede circular a más de ciento veinte kilómetros hora y siguen comercializándose coches, muchos, que rebasan los doscientos.
Esto no va bien. Hazme caso. No vamos bien, y alguien tendrá que darse cuenta de que lagunas cosas deben cambiar, o quizá sería suficiente con que no hubieran cambiado tanto.
No servirá de nada lo que te cuento, pero… y si alguien que te lee, uno de los nuestros, cuando ve una bicicleta en la carretera se imagina que es un caballo…
Fdo: Maurice